Y eso es lo que, seguramente, hará que nuestro huraño favorito no acepte.

El problema, Zus, es que estamos ya demasiado enamoriscadas de Viggo el montaraz solitario, y nos encanta que nos sorprenda apareciendo y desapareciendo donde menos se le espera.

El problema es, supongo, que ya le hemos endilgado el papel de bohemio anti-jolibú, de tipo tranquilo y discreto que procura no pisar mucha alfombra.

Al menos en mi caso.

Si

él decide aceptar un papel en televisión, por mí estupendo.

Pero lo dudo mucho.

Creo que no le pega, ni le interesa, ni le hace falta.

Por eso apuesto a que no aceptará.

Y, sinceramente, prefiero que así sea, porque me gusta más la idea de imaginarlo por estas tierras, e involucrado en proyectos de cine.
