Mira, nos pasó lo mismo.

Con dos matices: yo no tengo ni la más mínima idea de cómo aprendí a leer.

No lo recuerdo.

Mi madre también tiraba de cuentacuentos

(además de los que me contaba ella misma) y sé que mucho antes de saber leer yo cogía libros infantiles y me inventaba las historias.

Debía recitarlas con mucha convicción, porque mi abuela

(que, todo sea dicho, nunca ha sido una lumbrera, la pobre) se creyó a pies juntillas que sabía leer a los 2 años.

Lo que sé es que en algún momento de la guardería ya leía, y que cuando llegué a párvulos fui una de las tres niñas que no necesitó aprender a juntar letras, así que nos sentaron

(a las tres en cuestión) en un rincón junto a la librería.

Sï recuerdo el primer libro que leí en párvulos: un cuento de El Quijote con dibujos muy chulos.

Mi letra también era horrenda para los gustos de las monjas y profes.

Les molestaba especialmente que nunca era igual.

Según el día yo escribía más redondo, más picudo, más grande, más pequeño, inclinado a la derecha o a la izquierda.

Una profe muy maja me espetó una vez que no tenía personalidad

(tendría yo 10 años).

Me frieron a hacer cuedarnos de caligrafía.

Jamás en la vida consiguieron que escribiera a su gusto.

Al final la que tuvo demasiada personalidad fue mi letra, que sigue siendo horrenda.

:lol:

Escribía las redacciones de toda la clase a cambio de que me hicieran los ejercicios de mates

:lol:

El libro de lectura siempre me lo merendaba por el verano, antes del curso.

Me encantaban aquellas clases de lectura y me ponía enferma que niñas de mi edad no supieran leer bien, ni entonar, que fueran a trompicones y no hicieran pausas pasando de comas y puntos.

En eso era una talibana muy repolluda.

Es curioso que no recuerde nada de cómo aprendí a leer.

Y eso que conservo recuerdos muy tempranos, pero aquello lo he olvidado.

Mi madre dice que me enseñó a leer sin dificultad, que aprendí muy deprisa sencillamente porque no me gustaba que tuvieran que leerme otros.

Quería leer yo siempre que me diera la gana.

Y, por supuesto, quería poder leer yo sola las cartas de mi padre, y contestarlas de mi puño y letra.

Lo que sí recuerdo es que desde muy pequeña pedía SIEMPRE libros en cumpleaños, para Reyes, incluso en la Comunión.

Y me ofendía mucho cuando me regalaban libros

"para pequeños", con letra grande, muchos dibujos y pocas páginas.

A los ocho o nueve años ya andaba liada con Los Cinco, con Puck y con los de El Barco de Vapor

(serie Naranja, ojo, y no aceptaba menos de eso, ni azules ni blancos, por favor, un respeto.

Naranjas mínimo.

Si podían ser Rojos, mejor.

Que la monja de la biblioteca del cole no me los dejaba leer, la muy lerda, porque ponían

"a partir de 12 años".

Y yo quería leerlos, claro, porque eran más largos, así que duraban más.

Y porque a veces.

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había besos!!!!!!!! Yo creo que la monja lo sabía.

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) No hay vídeo familiar en el que no aparezca Lenka con la nariz en un libro, mientras los demás críos juegan.

Era tan petarda que convencía a mi madre para que les regalara libros a mis primos en sus cumples, y así de paso me los leía yo antes.

Si el asunto de la precocidad lectora me hizo bien o mal, no lo sé.

Es cierto que nunca tuve problemas con las asignaturas de letras

(eran un paseo) y sí los tuve con las de ciencias

(los números eran feos e incomprensibles.

Sigo contando con los dedos).

Siempre entendía los problemas, pero hacía mal las cuentas.

Y, además, me aprendía las fórmulas de memoria.

Sólo se me dieron bien las ecuaciones, las derivadas, las integrales y la estadística.

Y la lógica, que me encantaba, aunque es verdad que eso no se daba en mates, se daba en filosofía.

Mi lado matemático del cerebro sigue atrofiado, eso no lo puedo negar.

:roll: