En eso estoy completamente de acuerdo con Costillo.

Llevo toda mi vida oyendo a algunas personas cercanas decirme en tono de broma

"tienes poderes!!!" Encuentro que la explicación es muy sencilla.

La parte de mi cerebro que debería servirme para entender las matemáticas está total, completa y absolutamente atrofiada

:lol: y, para compensar, parece ser que el lado del lenguaje se desarrolló en exceso

(para vuestra desgracia, jejeje) Y me vino con un extra.

Yo soy de esa gente que se anticipa a

"las malas noticias", que percibe muy bien la tristeza, el enfado y sentimentos así.

En general no, pero entre mi círculo más

íntimo suelo atreverme a confesar:

"entre fulano y mengano va a haber un pollo impresionante",

"esta pareja va a romper, no creo que duren un mes más" o

"a este chico no le ubico, no me gusta, no sé qué pasa con

él".

No sabría explicar el por qué de esas sensaciones y al final he llegado a la conclusión de que nuestro cerebro, muchas veces, registra cosas que o bien no sabemos interpretar del todo

(por sutiles, por falta de datos o lo que sea) o bien se nos pierden entre la información, digamos

"de todos los días".

Alguien comenta algo trivial, qué sé yo, sobre lo rica que estaba la cena de ayer, y el de al lado le mira de reojo una décima de segundo.

Nadie ha notado nada y yo, desde luego, tampoco.

Dos días más tarde andaré convencida de que esas dos personas tienen un problema, pero no sabré por qué lo creo ni seré capaz de ubicar esa mirada, ese momento.

Y cuatro días más tarde, habrá una bronca.

Si conozco a alguien y al cabo de un tiempo no consigo

"ubicarle"

(eso que hacemos todos inconscientemente, catalogar a la gente, aunque luego al ir conociéndoles mejor vayamos reajustando muchas ideas porque vemos que esto era así pero esto otro nada que ver) suelo volverme prudente con esa persona.

Es cuando salen los comentarios de

"no sé de qué va, me tiene intrigada, no sé si me gusta o no".

Cuando me pasa eso intento razonar, pero nunca llego a ninguna conclusión.

Como mucho, consigo entender que tal persona no me gusta porque me recuerda a tal otra que aquella vez me hizo daño.

A partir de ahí procuro no dejarme llevar por el prejuicio

(porque no es justo, obviamente) e intento con todas mis fuerzas

"equivocarme".

Trato de ser imparcial, conocer a esa persona y admitir en justicia sus cosas buenas.

Y claro, asumir que tendrá cosas malas, como tenemos todos.

Lo que no logro evitar del todo es que se me nota un poco

(o mucho) la distancia.

Esa persona puede ver que no me implico tanto con ella como con otras que, de entrada, me han dado una muy buena impresión.

Pero no puedo evitar esa distancia, es como un instinto.

Al final puede pasar que quien te cayó estupendamente termine a pedradas contigo y quien no te convenció mucho acabe siendo uno de tus mejores amigos, pero normalmente no me equivoco con esas cosas.

Hay cuatro o cinco personas en mi vida que, desde los primeros cinco minutos, pensé

"es como si te conociera de siempre".

Y se demostró que la química funciona, porque son las personas a las que más aprecio años después.

Y también es cierto que cuando he

"sentido" que una persona no me encajaba, al final no me encajó.

Pueden influir en estas cosas los prejuicios de uno, por más que intentemos evitarlos, en plan profecía autocumplida? Seguramente.

Pero me llama la atención el modo en que nuestro cerebro es capaz de avisarnos y enviarnos ciertas señales que muchas veces no comprendemos pero que nos hacen afirmar cosas que después se cumplen.

Nada de poderes, lógicamente

:lol: Supongo que es algo muy común entre personas observadoras y que tiene que ver con esa

"intuición".

(Y que luego sea incapaz de sumar de cabeza, dios mío.

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)

:?