
(Raul Rodriguez)
Despues de la destitucion del Fadrique, el tercio acampo y estuvo parado un par de dias.

El nuevo maestre queria reorganizar el ejercito a su antojo, lo cual iimplicaba gran trabajo y paciencia para los oficiales, pero mas tiempo libre del habitual para la soldadesca.

Yo empleé ese tiempo libre en lo peor a lo que se puede dedicar un soldado: pensar.

Pensaba mucho en mi mujer, Eulalia, a quien habia recuperado hacia poco meses.

Nos habiamos trasladado a Sevilla, donde yo habia abierto una tienda de venta y reparación de armas de fuego.

Volvi a recuperar a algunos de mis antiguos clientes, gente de la nobleza, cargos de la corte, que no se conformaban con una pistola vulgar, de las que tienes que cruzar los dedos cada vez que disparas para que la bala salga recta, o peor aun, que no te estalle en la mano.

Las cosas empezaban a ir bien cuando Alonso se alistó.

Alonso Vergara, hijo del hermano de mi esposa Eulalia,

(mi sobrino por tanto), escapó de su casa hace un par de meses.

Nadie sabía donde podía haber ido, hasta que su madre se temió lo peor, y mandó mirar las listas de los alistados en el navio que hacia unos dias habia partido con destino a Flandes para renovar con nueva sangre los Tercios.

En efecto allí estaba su nombre.

Durante todo el dia lloró desconsolada, pues conocía bien a su hijo, y el motivo que le habia llevado a cometer semejante locura.

Alonso es un chico inteligente.

Devoraba todo conocimiento que sus tutores ponían ante el.

Tambien era trabajador.

Ayudaba de sol a sol a su padre en la panaderia que regentaban.

Pero aquello no era suficiente para su padre.

En un par de ocasiones vino a casa lleno de moratones sufridos en riñas con sus

"amigos".

Eso de por si no seria gran problema, si no fuera porque dias despues se enteró su padre de que quien le propinó los golpes apenas recibió alguno de parte de su hijo.

Meses despues de esto, en otra discusion de estas que se crean sin motivo aparente y acaban trayendo las desgracias a las familias, se acabó mentando al honor y la gallardia de Alonso, retandole a resolver la situación por la blanca, reto que rehusó.

Alfredo, el padre de Alonso siempre se habia considerado un hombre de honor y valentia sin par, y no podia soportar que su hijo fuese menos que el, y que menosacabase con su cobardía el buen nombre de la familia.

Durante los ultimos meses, las discusiones provocadas por esto entre padre e hijo se fueron haciendo cada vez mas fuertes, hasta que un dia Alonso ya no aguantó mas y se fue de casa dando un portazo y gritando

"Yo no soy un cobarde, padre, y te lo voy a demostrar".

Alfredo comprendió entonces el error de acosar de esa forma a su hijo, pero el ya estaba a muchas leguas de distancia,.

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inalcanzable.

Y cuanto mayor era esa distancia, mayor desazón sentia su padre por su error, ya que en el fondo quería a su hijo, y a su mujer, que estaba destrozada por lo sucedido.

Querian salvar a Alonso, pero no se les ocurria como, aunque, a los dias, recordaron que Raul Rodriguez, el marido de Lali, habia vuelto de Flandes hacia unos 7 meses.

Alfredo no conocia a ningun otro hombre a quien pudiera confiar la tarea.

Aunque lo que pedia tambien podia siginificar la perdida del marido de su hermana.

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Alfredo tuvo que tragarse todo su orgullo y palabreria vacia, y reconocer que el, al fin y al cabo tampoco habia estado en ninguna guerra, y tampoco se atrevia a ir en persona a buscar a su hijo, pues sabía que a su edad no duraria mucho, no sabria por donde empezar a buscar, y ademas.

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tenia miedo.

Yo conozco a Alonso.

Es un buen chico, pero desde luego Flandes no es lugar para el.

Odio profundamente a su cuñado, por haber provocado esta situacion, pero al fin y al cabo, no podia negarme.

Lo haria por Alonso, y por su madre, que no hacia mas que llorar al hombro de Lali.

Volveria aqui, lo encontraria y lo traeria sano y salvo costase lo que costase.

Y si no podia traerlo vivo, al menos podria contar si al final el pobre Alonso consiguio limpiar su honor con su sangre.

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Otal vez el contase eso de mi.

Dios, que estupido he sido.

¿Como no se me ha ocurrido esto antes.

Encamine mis pasos hacia mi tienda, contento pues aun tenia posibilidad de resolver un pequeño cabo suelto.

cogi papel y pluma y escribi mis ultimas voluntades, contando tambien en ellas la apremiente necesidad de encontrar a Alonso y conseguir que vuelva con vida a España.

La cuestion ahora era aquien darle esa responsabilidad.

En quien confiar.

Escribi otra carta igual.

Ambas con instrucciones de no abrir hasta que me ocurriese algo.

Estas cartas no son agradables de recibir.

Muchos piensan que trae mal fario, pero no puedo dejar las cosas a medias.

Ya estaba decidido.

Una carta seria para el alguacil Don Luis.

Tuerto y manco como estaba, seguro que los hados le respetaban por esta vez.

ademas era un hombre de probada confianza.

La otra carta seria para el dominico, don Julian.
