Yo presentarme me presento todas las veces que sea necesario, pero es que soy bastante simplona en realidad.

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Y puestos a cómo descubrí a Reverte, puedo llegar a dormir a todos con mis ladrillazos.

Pero como Koora es nueva y no escuchó todavía las batallitas

(y no tengo ganas de escribir la nota sobre Drink Gallery) asha voy.

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Feria del Libro de Buenos Aires.

Mi madre y yo.

Libreta en mano para anotar qué queríamos y buscarlo luego por otros sitios que no son la Feria.

Revolver estantes con libros era nuestro hobby.

Caminando por un pasillo mi madre se queda completamente inmovilizada delante de una pila de libros todos iguales.

Miro lo que ella mira.

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una tapa bordeaux, un espejo al estilo flamenco

(lo sé, a mi me tiran los espejos flamencos y es lo primero que vi de la tapa), una chica que nos miraba.

Letras en relieve y doradas.

"Dale, má, anotalo y lo pedimos después".

"No.

Me lo llevo ahora".

La Tabla de Flandes nos acompañó el resto del día por la Feria.

Tres días después mi madre lo había terminado de leer y me lo pasó.

Yo tardé otro par de días en leerlo

(y eso que en mi vida había visto uns piezas de ajedrez y no tenía ni idea de movimientos más allá del Jaque Mate).

La vida siguió, fuimos buscando libros del tal Pérez-Reverte y dejandoles lugar en la biblioteca.

Hasta que llegó el día en que cayó en mis manos El club Dumas.

Debo admitirlo publicamente: me enamoré perdidamente del imbecil ese.

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Otra Feria del libro, esta vez año 2003.

Fila para que d.

Arturo

(a esta altura ya era d.

Arturo y no el tal Pérez-Reverte) me firmara mi maltrecha edición de El club Dumas.

Como el señor venía a presentar El caballero del jubón amarillo, y me parecía descortés que me firmara un montón de libros menos el que venía a presentar, lo adquirí ahí mismo, en el mega-stand de Alfaguara.

Libros firmados.

Corazón contento.

Yo no tenía ni idea de quien era el del jubón amarillo, menos idea de quien era el tal capitán Alatriste y empezar por el libro quinto me parecía ridículo.

Ergo.

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dos días después me compré los cuatro anteriores.

Como yo tenía una hora de ida y otra de vuelta hasta la facultad, me los llevaba para leer en el bondi.

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Pero las redes del destino son extrañas.

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Me puse a hacer la tesis y por supuesto que como sabía que el libro que elegiría iba a pasar muchas horas conmigo me decidí por Lucas.

Pero hete aquí que como pasa con las relaciones en el período de enamoramiento, yo era incapaz de analizarlo fríamente.

No había manera de que yo escribiera una sola línea sobre

él.

Así que tesis en stand-by hasta ver una solución.

Mientras, se me dio por releer Las aventuras del capitán Alatriste.

Y a la segunda línea, cuando

Íñigo dice lo de

"malvivía.

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" yo vi la solución.

Y de esa manera empezó mi relación con Diego.

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Nos llevamos muy bien, tenemos nuestros dimes y diretes pero jamás llegamos al punto de tirarnos la vajilla por la cabeza.

Yo sé que me engaña, pero también sé que siempre vuelve a mi lado, espada en mano

él, lápiz en mano yo.

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Y así estamos.

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y así seguiremos.

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porque en el fondo

él sabe que no estoy enamorada de

él, ni

él de mi.

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pero somos un buen matrimonio de hecho.

¿Ya se durmieron todos?


Es que cuando me pongo a hablar, se me van las teclas.

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¡perdón!