
Ángeles Caso:

«Siempre me ha molestado mucho que me trataran como si fuese la petarda de la tele»
Azahara Villacorta

- elcomercio.es

- 13/12/2015

Nos estamos acostumbrando a verla como activista política, pero

Ángeles Caso

(Gijón, 1959) no ha aparcado su faceta de escritora.

'Todo ese fuego' es el título de su

último libro, un día en la vida de las hermanas Brontë, y el miércoles

(Ateneo Jovellanos, a las 19.30 horas

) lo presenta en el Aula de Cultura de

'El Comercio'.

Aunque ella donde se siente cómoda es en el campo,

«rodeada de musgo y de castaños», y donde se ha mudado después de desearlo durante 30 años:

«Necesito

árboles, verde, montañas, niebla, lluvia.

No es que me guste.

Es que creo que llevo la sangre de mi familia paterna, campesinos históricos de Covadonga.

Está en mi código genético».

-La novela es una reivindicación de las mujeres, que, según dice, seguimos siendo personajes secundarios.

-Sí.

Porque yo estoy convencida de que conseguiremos la igualdad de verdad el día en el que se vuelvan a escribir los manuales de historia.

-¿Qué pasará entonces?

-Que ese día entenderemos que nos han contado una historia que no es verdad.

Nos han transmitido unos cánones que son mentira, siempre vistos desde un prisma androcéntrico.

Yo ahora he aprendido a reivindicar mi mirada como escritora e incluso que el mío es diferente al trabajo de un hombre, mi mirada es distinta.

-¿En qué sentido?

-En general, los hombres se encierran en su despachos a escribir y suelen tener al lado a una mujer que se ocupa de que no se les moleste.

Se ha hablado mucho de Patricia, la exmujer de Vargas Llosa, que lo hacía todo para que

él se dedicase solo a escribir.

Ese prototipo se da mucho.

Hay muchas

'patricias' en el mundo de los escritores.

En cambio, las escritoras, al mismo tiempo que escribimos, nos ocupamos de nuestros hijos y nuestros mayores, de nuestros enfermos y nuestra pareja, vamos a la compra, cambiamos pañales, hacemos deberes, ponemos lavadoras, organizamos cumpleaños.

.

.

Es decir: no nos desligamos nunca de la vida real.

Yo, durante años, he escrito en medio del salón, con la tele puesta, o en la cocina, vigilando que no se quemara la comida, he escrito interrumpiéndome cada frase y media porque mi hija necesitaba algo.

.

.

-¿Y cómo lo llevaba?

-Hubo un momento en que eso me molestaba: me parecía que perjudicaba a mi obra.

Pero ahora me siento orgullosa de haber escrito así.

A lo mejor, las obras de las mujeres no son tan redondas como las de los hombres, pero probablemente tengan más vida.

-Sin embargo, rechaza la etiqueta

«femenina» para la literatura.

-Lo que reivindico es que se haga lo mismo con los hombres.

Si yo hago literatura femenina, exijo que de mi amigo Pérez-Reverte se diga que hace literatura masculina para hombres.

Pero eso no se dice.

Se da por supuesto que la obra de los hombres es universal y que la de las mujeres es pequeñita y va dirigida solo a las personas de nuestro género.

Sigue siendo algo menor respecto a la de ellos.

Eso me molesta.

No estamos aún equiparadas a los escritores.

Y no es una percepción.

Se ve en las listas de los premios.

El de los críticos, por ejemplo.

Lo entregan desde principios de los 50 y, desde entonces, lo han ganado tres mujeres.

-¿Le afectan los

'palos' de la crítica?

-Cada vez menos, pero sí.

Lo que siempre me ha molestado mucho es que me trataran como si fuera boba.

Y hay críticos que, durante años, han intentado tratarme así, como si fuese la petarda de la tele.

Como me dijo una vez una persona:

«No te leía porque pensé que eras la petarda de la tele».

-Para algunos, sigue siendo la chica del telediario.

¿Inevitable?

-Pero es que, vamos a ver, yo estuve en la tele dos años de mi vida y de eso hace treinta.

Además, he tenido muchas posibilidades de volver y no he querido.

Entre otras razones, porque nunca quise que se mezclaran las dos cosas.

Y, aún así, hay gente que sigue empeñada en esto.

Es una pesadez.

-Dos años que, por cierto, no le gustaron nada.

-No.

Nada, nada.

Lo del ser un busto parlante es horrible.

Pasa por maquillaje, vístete de no sé qué manera, pasa por peluquería y siéntate delante de una cámara tiesa, rígida, a decir unas cosas que están escritas y en las que no puedes cambiar ni una coma.

No tiene nada que ver conmigo: yo no me pinto, no voy a la peluquería, voy vestida de cualquier manera, nunca le he dado importancia a nada de esto.

.

.

-Era una de las caras guapas del felipismo, pero quiso ser algo más.

-Supongo que, de joven, era una tía llamativa, pero, como nunca me dediqué a explotar esa parte de mí misma ni a vivir de eso.

.

.

Yo desarrollé mis neuronas, mi capacidad intelectual.

Nunca me dediqué a tener que ser la más guapa ni la mejor vestida o la mejor peinada.

Por suerte para mí.

-Digna hija del rector Caso.

-Sí.

Ha sido la figura fundamental de mi vida.

Obviamente, mi madre también, pero, desde el punto de vista de lo que yo he sido en la vida, creo que se lo debo, sobre todo, a mi padre.

Y creo que estaría orgulloso.

Acabamos de hacer un acto de Podemos reivindicando la figura de Jovellanos.

-Menuda la que ha montado diciendo que el ilustrado era de izquierdas.

-Estoy convencida de lo que dije.

Hacer una lectura de Jovellanos desde la derecha es una lectura no solo interesada sino falsa.

Basta con leer muchas de las cosas que escribió.

Yo recité un poema suyo contra la propiedad privada.

Lo escribió

él.

No me lo inventé yo.

Como en otros arremete contra las corridas de toros o contra la violencia de género.

.

.

Con sus escritos y su vida se empeñó en crear siempre una sociedad más justa, más igualitaria.

Eso se parece más a lo que ahora llamamos izquierdas que derechas.

Y, si se trata de disputárnoslo con Foro, tendremos que disputárnoslo con Foro.

-Fue muy crítica con la Universidad cuando desalojaron la casa de la calle Argüelles donde vivía su madre.

-Yo tengo muy claro lo que fue eso, pero no lo puedo decir porque a lo mejor me demandan.

La Universidad no podía vender ese edificio porque era una donación particular, pero el solar sí se pudo vender.

¡Qué casualidad que nada más empezar las obras se cayera el edificio! A mí me suena raro.

De todas formas, no es solo eso.

Es cómo trataron a los cinco ancianos que vivían en ese edificio.

En el proceso de expulsarlos murieron tres.

Solo han sobrevivido dos personas.

Una de ellas, mi madre.

Y eso yo se lo dije al rector y a otras personas de la Universidad: que echar a esos octogenarios de las casas en las que habían vivido 40 años iba a tener un precio muy alto.

Esas tres muertes recaen sobre las conciencias de la gente que tomó esa decisión y espero que sean conscientes.

-Es usted una

'podemita' convencida'.

¿La veremos como diputada?

-Cuando empecé en esto, mucha gente me dijo que me iba a sentir asqueada enseguida y el proceso ha sido absolutamente el contrario.

Y tengo claro mi papel.

Ahora mismo, no me veo en la primera línea, sino en la retaguardia.

Es verdad que la vida da tantas vueltas que vete tú a saber.

-Pablo Iglesias acaba de llamarnos a sonreír en debate televisivo.

-Me sentí tan orgullosa de

él.

.

.

Le mandé una felicitación.

Y ha habido intentos de burlarse de ese alegato final que lo que demuestra es que lo que queremos es implantar una nueva manera de hacer política, más cercana a la sensibilidad, al humanismo, a la empatía, muy pegada a la realidad de la gente.

Hay que aprender que ser político no significa convertirte en un señor muy engolado o que está en Doñana.

-¿En su vida, hay un antes y un después de 2013, cuando Hacienda le abrió cuatro investigaciones?

-Es una experiencia más.

He tenido un problema injusto, como le ha pasado a tantísimos autónomos y a otra mucha gente.

Es sorprendente cómo el PP ha utilizado instituciones del Estado para hacer sus persecuciones políticas a la cultura.

Y las han hecho, entre otras, con la prestigiosísima Agencia Tributaria.

Yo tuve ese problema en un momento malo porque mis ingresos habían caído muchísimo, pero no pasa nada.

Al revés: he aprendido cosas muy valiosas.

A reírme mucho de mi misma, por ejemplo.

Creo que me ha hecho más fuerte y solidaria.

Hay momentos en los que pienso que, en el fondo, le tengo que estar agradecida a Montoro por hacerme mejor.

-¿Ahora vive de la literatura?

-Es difícil, aunque a veces la gente piense que ganamos fortunas.

-Habrá oído muchas veces aquello de:

'¿De qué se queja si ganó los cien kilos del Planeta?'.

-Bueno, sí.

Cien kilos del Planeta de los cuales cincuenta fueron para Hacienda.

O sea: me quedaron cincuenta que, en aquella

época, me dieron para comprarme un pisito en Madrid.

Yo vivía de alquiler y lo que hice fue invertirlo en una casa.

En todo caso, el Planeta es una vez en la vida.

Y eso, si es.

Lo normal es que ganemos poquísimo dinero.

Las cifras, a veces, son escandalosamente pequeñas.

Hemos vivido mucho de lo que había alrededor: artículos, conferencias.

.

.

Y todo eso ha disminuido muchísimo y se paga infinitamente peor de lo que se pagaba.

Se venden muchos menos libros, la gente no es consciente del daño que la piratería está haciendo.

.

.

Como la mayoría de los escritores, estoy en proceso de reinvención.

-Incluso les ha pedido ya asilo político a los catalanes si se independizan.

-(Risas).

No me importaría nada pedir el estatuto de refugiada política si sigue gobernado el PP.

Lo digo en broma, pero también en serio.

Lo grave de todo esto es que, una vez más, este país maltrata a sus creadores, a su cultura.

Y creo que la sociedad española no está siendo consciente.

El PP ha hecho todo lo posible para acabar con nosotros porque los creadores somos incómodos para el poder, somos moscas cojoneras.

Y estos lo han hecho lo suficientemente bien como para quitarnos de en medio a nosotros, que somos la voz de los que no tienen voz.

Yo, al menos, siempre me he sentido así.

Y a un gobierno como el

último del PP, con cierta tendencia al totalitarismo, como se ha visto con la ley mordaza, le ha venido muy bien la excusa de la crisis para ir cortando cabezas, pero el daño es para la propia sociedad.

-¿Cómo ve a Asturias ahora que ha vuelto a vivir aquí?

-Siempre me ha parecido que esta es una sociedad que tiende al victimismo.

Siempre he oído a la gente quejarse mucho y actuar muy poco y siempre me ha molestado y ha generado discusiones con mis amigos.

Y, aunque eso ha empezado a cambiar con la llegada de nuevas formaciones, seguimos quejándonos mucho.
