

Y lo que te gustaría a ti, me parece, es que yo me estuviera oponiendo a algo.

Cosa que no hago.

Yo observo, me sorprendo, hago notar.

Reconozco que facilitaría mucho la tarea de ridiculizar lo que digo, que parece que es lo

único que eres capaz de hacer, que yo pusiera el grito en el cielo, exigiera tratados, normativas, prohibiciones, apologías, cazas de brujas.

Que yo pretendiera que la gente hablara de cierta manera por decreto.

Ya lo siento, no es el caso.

Últimamente se estila mucho eso de intentar llevar las discusiones a los extremos: feminazi! machista! Que si el plural genérico, que si modela y pilota, que si agente y agenta.

Nada, es marear.

Yo sólo noto y así lo manifiesto, una y otra vez, cómo cierto tipo de articulista/académico/escritor o todólogo español insiste y vuelve a insistir

(estando en su derecho, faltaría más) en fórmulas, digamos, concretas.

Todólogos que además suelen caracterizarse por calibrar con bastante precisión sus palabras.

Se diría, y esa es mi observación, que reforzando un punto de vista.

Todo lo que hacemos es política, todo lo que decimos ideología.

Me atrevería a decir, incluso, que unos mucho más que otros.

Sé las normas, sé lo que está aceptado, sé que no es incorrecto según la academia.

Y precisamente por eso, siempre me llama la atención cómo la gente tiene sus pequeñas maneras de vivir posicionándose.

Me llama la atención exactamente igual que el que decide decir siempre vascongadas y vascuence en vez de vasco y país vasco o en vez de euskalherria y euskara, o viceversa.

Me llama la atención cómo hay gente que no pierde oportunidad nunca, por pequeña que sea, de cargar semánticamente un detallito aquí, otro allá.

Como soy un sujeto subjetivo

(una sujeta subjetiva!) pues me llama más la atención cuando los detallitos están colocados para fastidiarme a mí.

Unas veces es una o donde el cuerpo a mí me pide una a, otras veces es un ilegales donde el cuerpo me pide un personas, otras es una batalla campal entre policías y manifestantes donde el cuerpo me pide violencia policial.

Las palabras, estoy de acuerdo, son tan inocentes como las balas.

Son perfectamente inofensivas hasta que a alguien le da por usarlas.

Hablo de eso, aunque no estoy segura a estas alturas de que puedas entender un carajo.

Pero bueno, tú tranquilo.

Si por mí fuera, que no es, todo el mundo hablaría como le saliera de la real higa.

Creo que por la RAE también.
