Pues yo no estoy de acuerdo, Juralue, aunque creo que te entiendo.

Cómo no va uno a llorar cuando ha perdido a un ser querido?? Completamente lógico y normal.

Somos humanos y la dignidad no está reñida con eso, al contrario.

Pero mira, un ejemplo.

La que fue mi profe más querida del colegio, sabiendo que se moría de cáncer, tuvo que enterrar a su marido tres meses antes de morir ella.

Algo inesperado por completo.

No puedo imaginar qué sentiría esa señora, sabiendo que en poco tiempo sus hijos de ventipico años y su nieto de meses los perderían a ambos.

Alguien podría criticar que la mujer estuviera rota, enfadada, que se tirara de los pelos y clamara

"por qué a mí", o que sus hijos sufrieran un ataque de nervios? Creo que nadie podría.

Y resulta que estaban en el tanatorio, con los ojos enrojecidos, con caras de enorme tristeza y sonriendo y abrazando a todo el mundo, con una serenidad que nadie se podía creer.

Me acerqué a esa mujer muy impresionada y sólo se me ocurrió decirle que no podía creer lo serena que estaba

(también yo, qué idea).

Recuerdo que me apretó la mano, sonrió y se encogió de hombros.

Y me dijo:

"y qué voy a hacer? La vida es así de cabrona.

Nos tocó a nosotros como le pudo tocar a cualquiera, nadie se lo merece.

Pero bueno, es lo que hay, tuvimos una vida preciosa".

A mí pocas cosas me han marcado tanto como ese día.

Es que no puedo imaginar actitud más valiente, más sabia, más digna.

Sería indigna otra conducta??? Para nada, sería comprensible.

Pero es con cosas así con las que uno siente el impulso de hacer una reverencia de admiración.

En otra ocasión vi a una pariente sufrir un ataque de histeria el día que enterraba a su padre de más de noventa años.

A ver.

Claro que entiendo el dolor, faltaría más.

Por otro lado igual soy una desnaturalizada sin entrañas, pero no podía dejar de preguntarme cómo era posible que una persona adulta no estuviera anímicamente preparada para asumir que los ancianos mueren desde que el mundo es mundo, que es esperable y natural.

Y admito que aquel despliegue de chillidos y desmayos me provocó un cierto bochorno.

Hasta me pregunté por qué la familia la había dejado ir al funeral en aquel estado.

Es normal que una muerte te provoque un dolor inmenso, claro.

Yo no habría dejado que una persona tan afectada pasara por el trago del funeral, no habría expuesto ese dolor.

Pero por respeto a ella misma, así lo entiendo.

Porque lo tremendo es que se llegaron a oír murmullos de:

"ya le vale, hacer teatro de esa manera, por dios, no se lo cree ni ella".

Y eso sí que me abochornó.

No tanto los comentarios maledicentes, sino que en mi fueron interno estaba pensando lo mismo y me sentí fatal.

Tengo derecho a decir que esa mujer dio un espectáculo indigno? No me atrevo a decirlo, pero si comparo su actitud con la de mi maestra sé que ambas me parecen lógicas pero una me parece más digna, más sabia que la otra.

Y hasta te diré que más natural y más lógica.

La gente se muere.

Sobre todo a partir de una edad.

Lo sabemos todos, verdad? Es normal que te duela, pero que te tires al suelo chillando

"por qué a mí, qué va a ser de mi vida"? Porque tenía noventa y dos años y es ley de vida, no se trata de ninguna injusticia cósmica.

Porque lo normal es que los hijos entierren a sus padres.

Y porque, incluso con dolor, todos lo superan y siguen viviendo.

Eso es lo normal.

Ya no sé si digno o indigno, normal directamente.

Si un niño se queda atrapado en una casa en llamas yo no osaré juzgar a quienes no se atrevieron a entrar a por

él.

Es eso idigno? Yo no lo creo.

Es miedo, y es humano.

Pero el que se mete entre las llamas sin pensarlo se lleva la admiración de la gente.

Es un valiente y un héroe, y los primeros que le aplauden son los que se quedaron fuera.

Quiero decir que lo uno no desmerece lo otro, es difícil de explicar.
