Ya ha caído bajo mis ojos el libro tras unos días de lectura intensa.

Procedo a comentar mis impresiones con un pequeño articulillo.

Es una review bastante crítica sobre los aspectos que me han gustado

(pocos) y los que me han dejado con un extraño sabor de boca

(los más).

:!:
CONTIENE SPOILERS A CASCOPORRO

:!:

(endevé lo castroja que me ha puesto el libro)


Leventes del rey y el moro Gurriato en las Bocas de Escanderlu


Corsarios de Levante me parece, sin duda alguna, una entrega del Capitán Alatriste más cercana al estilo bélico, senso estricto, imprimido o esbozado en

"El Sol de Breda" que el desarrollo de una trama en un marco espacial fijo

(como en el resto de la saga, especialmente en el 1º, 2º y 5º libros).

Así pues, imagino que aquellos que son de la opinión de que

"El Sol de Breda" es de los libros más flojos de la saga, tomarán con

"Cosarios" dos tazas de ello.

A lo mejor me equivoco, claro.

A modo de panorámica, vemos como se asientan con fuerza lo que creo que se puede nombrar como

"clichés alatristeros".

Dichos clichés, no obstante, se abordan con otra perspectiva.

Alatriste, pese a sus sórdidos conflictos morales y su patente cansancio con el mundo, sigue siendo virtualmente un hombre de hierro, muy seguro de si mismo y de sus aptitudes

(y no me cuadra lo del fatalismo de soldado viejo, cuando vacila a un par de pisaverdes en Nápoles por una tontería como la copa de un pino

-que en otras circunstancias ha dejado pasar en la saga con un poco de luces- para rematar la jugada amenazando a un tahúr delante de sus compañeros, mientras los duelistas esperan afuera a que

él termine su negocio, y luego rehusan de enfrentarse a un hombre con tamañas criadillas.

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A mi me perdone el señor Reverte, puesto que nunca me he quejado de sus creaciones, pero eso me pareció el colmo de peliculero y chulito para un personaje como Diego Alatriste, al que se le supone algo más de mesura

-sigue siendo mi opinión, ojo-).

Ahondando en esa vía, me parece que, paralelamente con el desprecio que

Íñigo parece sentir por Alatriste, que no es tal, sino vanalidad y chulería juvenil

(si, me ha parecido un libro de tono chulesco, en general.

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), Alatriste, al menos durante su estancia en Italia, es visto más desde sus defectos que desde sus virtudes.

Aunque su debate interior, removido por las palabras de

Íñigo, le llevaran a cometer los actos que cometió

(creo que el muerto en la taberna de vino de Yepes fue un anticipo de todo ello), no me acaba de cuajar la idea de que un tipo, tan aparentemente curado a espantos de la vida y que convive con sus recuerdos, le de por echar los quirios en un callejón cuando un mozalbete le falta al respeto.

La estancia en Orán es trágica y dura, y me gusta bastante.

El encuentro con Copons arruinado, la cabalgada al poblado de los moros buenos y el rescate del aragonés empeñando los dineros conseguidos por el saqueo.

En esta parte del libro se nos asoma la crueldad que impregna el libro, además de que vemos a los protagonistas bajo otro prisma

(Iñigo ya no es un chaval, sino una especie de latin king veterano y algo vacilón que lo mismo te mata turcos a puñados que se saca la churra en una galera y mea tranquilamente en vísperas del combate que le llevará muy posiblemente a la tumba o la esclavitud).

En el libro aparece un personaje nuevo y controvertido.

Aixa Ben Gurriat, azuago de la tribu de los Beni Barrani, cariñosamente conocido como

"el moro Gurriato".

Digo controvertido porque, mientras por una parte es un personaje historicamente provable

(no hay más que mirar a Roustam y la guardia mameluca de Napoleón), si me ha recordado a una figura clásica del genero de películas bélicas ambientadas en el

África

(por ejemplo, el negro que ayuda a Wes Bentley en la nueva versión de las cuatro plumas

-Dios te ha puesto en mi camino, etc-) o a un personaje que Reverte conoció en sus años mozos: el tal Voldai Teesenei

(si, aquel negro que era un percherón del 15 y le escoltó durante sus reportajes en la zona).

Gurriato parece algo así como la voz neutra de la conciencia, un oasis de reflexión

"a la moderna" puesta ahí para que

Íñigo se replantee su comportamiento y su relación con Alatriste.

En el tema bélico, no tengo queja en el reflejo de la crueldad en ese tipo de guerra, aunque si impera, no se si para bien o para mal, la repetición machacona de un concepto: somos españoles, somos la rehostia combatiendo porque no tenemos nada que perder salvo la honra, y aunque se persignen, se dote de incertidumbre de muerte a los lances

(como el asalto a la saetía inglesa) de gran envergadura, pervive el sentimiento casi repetitivo que, puestos entre la espada y la pared, con nada que perder y poco que ganar, la infantería española seguía pulverizando a quien estuviera delante.

Así era, no obstante.

El combate de las bocas de Escanderlú da buena fe de ello.

Quebrados tras decenas de asaltos, celebrado un consejo de guerra en la galera vizcaína, Alatriste,

único

"oficial" de la Mulata en condiciones de asistir, riza el rizo de todo lo expuesto anteriormente.

Para cojones los suyos y los de su barco.

Nada de rendirse, a morir luchando como Dios manda

(y de paso para jorobar al general Pimentel, que lo de Alatriste con la aristocracia es una relación de amor mútuo que se caga la perra las patas abajo).

Y, claro, como tiene que palmar en Rocroi, ocurre un milagro bélico a puros huevos,
comme il faut
, al más puro estilo reducto de Terheyden.

Lo dicho.

Si no os gusto

"El Sol de Breda", creo que Corsarios de Levante os causará una sensación parecida

(me equivocaré con muchos, claro, cada uno es hijo de su padre y de su madre).

Un saludo

P.D: Ah, y a pesar de los pesares, me ha gustado.

Supongo que sabía lo que estaba comprando, y no me ha causado distorsión alguna, salvo en cosas puntuales.

¡Alautalah!
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¡Alautalah!