
"Los descubrimientos literarios me dan pereza"
Entrevista con Ana Anabitarte

- eluniversal.com.mx

- 27/10/2011

A sus 59 años, Arturo Pérez Reverte se ha convertido en el autor que más libros en español vende

-en su mayoría en España, México y Argentina-, con más de cuatro millones de ejemplares.

Un privilegio que le da, según dice, sensación de libertad, escribir

“lo que quiero y cuando quiero”, y no depender de ningún país ni de editores ni de políticos.

Y también un honor que le ha permitido rechazar invitaciones a comer de presidentes de gobierno y, como explica,

“evitar tener contacto con los estamentos oficiales que tanto corrompen, pervierten y condicionan”.

En este sentido reconoce no necesitar

“que el ministro de Cultura de México ni de ningún país me sonría” y subraya que

él sólo le debe gratitud

“a mis lectores”.

El capitán Diego Alatriste, el personaje que creó hace ya 15 años, ha tenido mucho que ver en este

éxito alcanzado.

Un soldado veterano de los tercios de Flandes que

“nació” malviviendo como espadachín a sueldo en el Madrid del siglo XVII, y a quien su creador en su primera novela definía como

“ni el más honesto ni el más piadoso, pero un hombre valiente”.

Ahora, a cinco años de su

última novela, Pérez-Reverte regresa con un nuevo libro, el séptimo de la saga,

'Los puentes asesinos'

[sic]

(Alfaguara) y en el que un Alatriste más viejo viaja a la peligrosa Venecia del siglo XVII con el mismo telón de fondo: la España descarnada y violenta del Siglo de Oro con la que el autor quiere explicar el presente.

“Él ha envejecido conmigo”, explica Pérez Reverte sobre Alatriste.

“Yo me siento cansado y esa desesperanza, esa fatiga intelectual y física se la he transmitido”, cuenta en entrevista con tres corresponsales de medios latinoamericanos.

“Los dos tenemos esa certeza de que nada cambia en el mundo, de que el ser humano no quiere cambiar y de que le gusta ser como es: un animal peligroso, torpe y profundamente inculto”, explica el escritor.

“Y ambos sabemos que no hay solución.

Y como el mundo duele, como no hay curación, pero al menos sabes que hay analgésicos que te ayudan a soportar el dolor, yo le presto los libros”, comenta.

“Le digo: lee y te dolerá menos”, pronostica el autor.

En su opinión,

“la falta de cultura te lleva a la desesperación, pero la cultura permite consolarte.

Y los libros son aspirinas que te ayudan a soportar el dolor, son un mecanismo de consuelo”.

Arturo Pérez-Reverte recuerda que a

él le educó su abuelo.

Un hombre que nació en el siglo XIX y para quien las palabras como honor, dignidad, honradez y valentía tenían un sentido.

“¿Y quien las utiliza ahora?”, se pregunta.

“Nadie, te dicen que eres un cursi, un demagogo e incluso un fascista si las usas”, responde.

Del protagonista de sus novelas cuenta que ha llegado a un punto en que

“él me escribe a mi.

Yo le voy prestando mi mirada, mi cansancio y

él me da la capacidad de reflexionar sobre ello.

Él evoluciona, se hace mayor y se hace más fatigado a causa de mi, y yo me hago más lúcido y más consciente de lo que soy a causa de

él”, dice.

Es una simbiosis bastante educativa, añade.

Con 20 novelas escritas traducidas a infinidad de idiomas, el académico de la Lengua cuenta que tarda dos años en escribir cada una y un año si se trata de una nueva saga de Alatriste.

Explica que escribir sobre el soldado le obliga a regresar a los clásicos.

A releer no sólo a Cervantes, a Lope y a Calderón, también a autores menores como Juan de Zabaleta, Ramiro de Navarra, Alonso de Contreras o el Duque de Estrada

[sic]

, quienes le ayudan a tomar el tono del personaje.

“En el ambiente hay un ruido, una contaminación que pervierte a cualquier escritor el estilo y las ideas.

Volver a Alatriste significa una especie de ITV

(Inspección Técnica de Vehículos, similar a la verificación en México), afilar las herramientas, es como ir a una clínica y darte una cura de lenguaje y de sintaxis”, relata.

Así, apunta a la necesidad de leer de vez en cuando textos del Siglo de Oro, porque un escritor

“que no los lea periódicamente está perdido, pues nadie maneja un español como ellos”.

Sobre sus lecturas, reconoce que no lee

“casi nada.

Es más interesante releer libros que leíste con 20 años”.

Y confiesa que a partir de cierta edad

“los descubrimientos

)literarios) me dan mucha pereza.

Prefiero dedicar lo que me queda de vida a consolidar certezas que a descubrir dudas”.

Lo que sí lee son las más de 500 cartas que recibe cada semana de sus lectores.

“Son gente gracias a la cual soy libre”.

Y dedica dos horas cada domingos a contestarles en Twitter.

“Es una forma de darles las gracias”, dice.
