Ahora que Corsaria ya ha visto la película quizá merezca la pena volver a retomar el hilo de este

ídem.

Gran parte de lo que esperábamos sobre Alatriste como héroe cansado en la película se ha cumplido, sobre todo la pérdida de matices y elementos que le definen, no sólo como un héroe de un determinado tipo, sino como individuo

único.

Lo que más salta a la vista es hacerle hombre de una sola mujer, o al menos hombre de tener mujer de una en una.

‘Terminó mal.

Se acabó casando con otro’ es un pobre resumen del incidente de la italiana, un rasgo que a cualquier lector se le queda en la mente, ya que hasta el propio

Íñigo se queda asombrado al saberlo.

A Alatriste hay que andársele con mucho tiento, y faltan cosas de auténtico antihéroe.

Desde ahí, no hay Lebrijana ni holandesa, así que la acomodaticia moral sexual de Alatriste queda oculta.

No se dice que no ocurra, pero queda inexistente para quien no ha leído los libros.

De todas formas, si pierde en hijoputez, seguramente gana en calidad de héroe cansado, y su relación con María de Castro más allá de lo que hemos visto en las novelas no puede sino añadir otro motivo para el cansancio.

En la cama con María se pone nihilista y desafiante al calor del sexo.

‘Al diablo el futuro.

En el futuro todos muertos’.

Sin embargo, años más tarde, ya cincuentón si creemos la cronología de la película, se permite malcambiar la cadena de Felipe IV por un collar de gran significado.

‘¿Estaría equivocada si pensara que con este obsequio vuestra merced está pensando en, digamos, un futuro con esa dama tan hermosa?’, le pregunta la prestamista.

‘No.

No lo estaríais.

’ El significado de la palabra

‘futuro’ ha cambiado bastante.

Me estoy haciendo viejo.

Pero, al igual que a Cyrano, le pierde el orgullo.

Descubriendo su relación con el rey, la historia entre ellos acaba para siempre.

El collar de gran significado está a punto de acabar en las manos del tahúr que prende a

Íñigo, y sólo son las monedas de Copons las que además de salvar a

éste permiten la

última escena entre los desafortunados amantes en el hospital.

El collar finalmente se entrega y el resultado es bien distinto de aquel al que estaba destinado: en lugar de sellar una vida de compañía feliz, es una daga que recuerda lo que pudo ser y no fue por culpa de ambos.

Alatriste es hombre de pocos verbos, así que cuando lamenta algo es porque es grave.

‘Tenía que haberme casado contigo’.

Esta es de estas escenas que quien la vea con pocos años y le parezca acaramelada le invito a verla cuando la vida le deje marcas y comprobar qué opina.

‘Tenía que haberme casado contigo’ es decir

‘he tirado quince años a la basura’.

El tiempo de uno es lo

único que uno tiene y este collar nos dice que nuestros

últimos quince años no valen nada porque metimos la pata hasta el cuello y la vida no perdona.

‘En el futuro todos muertos’.

Ya.

Gran verdad.

Y gran falsedad que oculta que no todo da igual.

Ese mismo día Alatriste sabe que prenden a

Íñigo y tarda un año en poder liberarle.

No casa muy bien con el momento de la detención de Quevedo, muy cerca de Rocroi, pero en fin, licencia poética sea.

Era esa la penúltima misión, cumplir la palabra dada, que ya es lo

único que le queda.

A María nunca le llegó a prometer nada.

Cuando ella le echa el anzuelo a ver si pica

(‘¿A ti qué te importan

(mis amantes)? Tú no estás enamorado de mí’),

él se queda en ese

‘¿Y tú qué sabes?’ que bien suena pero nada dice.

Sin embargo, a Lope sí le había prometido algo,

‘mi hijo, Diego’, y lo cumple hasta el final.

No ya liberándolo de las galeras, sino hasta el

último minuto en Rocroi.

‘Soldados nuevos, a retaguardia’, manda el sargento mayor.

Gesto con la cabeza.

Tú, para atrás.

¿No oíste a Copons? Coge esa bandera y cuenta lo que fuimos.

Y ya no queda nada más.

La mujer está perdida, el chico crecido, los años pesan, los tercios no son lo que eran.

.

.

A mí esa bala, que soy un héroe más que cansado harto ya.
