Esta es la segunda vez que me presento en esta página.

Es bastante improbable que mi nick le suene a alguien de los de por aquí, pues hace algo así como dos años que no posteo nada.

Bien es cierto que me suelo pasar por la página religiosamente cada semana para, a vista de pájaro, recorrer las distintas secciones así como consultar la nueva Patente de Corso que alguien nos adelanta para calmar la sed.

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o engañarla durante otros 7 días.

Desde aquí doy las gracias que probablemente tenía que haber dado en muchos posts.

Hace un par de años solía considerarme un asiduo al foro, pero después de un acontecimiento un poco desafortunado se me paso el apetito de seguir comentando las mejores jugadas del maestro Pérez-Reverte por estos lares.

Pasé a apreciarlo como aquellos placeres que merecen saborearse solos, sin aditivos que mezclen la esencia.

El asunto es que durante el pre-estreno de Alatriste en León tuve algunos problemas porque intenté echar una mano a la gente de este foro con cierta información que disponía.

Eso me costó un pequeño disgusto profesional por razones que no vienen a cuento comentar aquí y ahora.

Pero eso, sumado a otras circunstancias, hicieron que quisiera poner tierra de por medio y disfrutar de las obras de Arturo de la misma manera que venía haciéndolo tiempo atrás; con la inocencia de quien cree haber descubierto un tesoro que le pertenece y que nadie más conoce.

Ahora, tras vagabundear literariamente y físicamente durante dos años

(os escribo desde Boston), y tras leer el artículo que Rogorn amablemente ha posteado

(como siempre atento), titulado La Mochila de Jim Hawkins: me di cuenta de la tremenda verdad del proverbio que dice que una alegría compartida es doble alegría.

Y por eso estoy de vuelta, porque creo que merece la pena compartir esta afición por las obras de Arturo y el buen gusto literario.

Un saludo de segunda mano,

Pardiez