Vivimos en la era de la desinformación más atroz, al menos la propiciada desde los medios.

Llevo semanas buscando cosas medianamente veraces, recientes, no digamos ya ligeramente objetivas sobre Irak, Líbano, Libia, Siria, Palestina, Israel, Turquía.

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y no hay manera.

Lo de los medios generalistas de este país es ya para reírse/llorar mucho.

Así que vengo a desahogarme por acá un ratito.

Dicho esto, esta semana

–mientras en Jerusalén parece que todo se prepara para la tercera Intifada metódicamente orquestada por la derecha israelí más radical y sus medios de comunicación y desinformación de masas–, se cumplen diez años de la muerte de Arafat.

Y los textos que han salido publicados al respecto en los diarios españoles no es que no sean objetivos, es que incluyen párrafos muy sesgados sobre hechos no ya del pasado, sino del presente.

Lo cual no es nada sorprendente, pero quizás sería más coherente que no publicasen nada entonces.

No es tan difícil hacer una breve biografía medianamente aséptica o al menos no tan volcada en demonizar/santificar a nadie.

Y menos en esta historia, en la que los mejores, los líderes que protagonizaron ese brevísimo momento de esperanza

–tal vez sólo un espejismo– fueron un palestino de origen egipcio expulsado de su casa en el 48 que vivió negociando la paz con una mano y con un fusil en la otra

(por si acaso) tras hollar los campos de refugiados y un judío ucraniano sionista con larga trayectoria militar que antes de mostrarse a favor del proceso de paz fue célebre por su mano dura en la primera intifada y su orden de romper los huesos a los chavales palestinos que encontrasen lanzando piedras a los tanques israelíes.

Ellos son los

"buenos" de este cuento.

Nada menos.

Así que cuelgo el artículo de eldiario.es no porque sea totalmente objetivo, sino porque es el

único que rescata ese momento clave o ciertos detalles importantes.

El asesinato de Rabin

(quién iba a pensar que este hombre llegaría a parecernos majete en retrospectiva y en comparación a.

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), cómo su viuda se negó a que Netanyahu entrase en su casa a darle el pésame o cómo lloró abrazada a Arafat

(no en vano fue la derecha radical israelí la que apuntó con el dedo a Rabin como objetivo), cómo fueron los

últimos años de Arafat

(sin agua, sin luz, enfermo y vilipendiado por gran parte de los medios y la comunidad internacional por haber rechazado aquella magnánima propuesta de paz que proponía un Estado que era papel mojado, un estado inoperante e incapaz de proteger su territorio, sus recursos, a su gente.

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).

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Aunque tal vez más relevante que todo esto, sea lo que no se menciona.

La cuenta atrás hacia la más que probable tercera Intifada con Jerusalén Este como escenario.

Ésa de la que un día se habló como posible capital de un estado palestino, una capital multicultural, multiestatal, pacífica, plural.

Utopías.

Papel mojado.

Hasta los espejismos murieron hace ya mucho tiempo.

Después de todo, Arturo y Chomsky siempre tuvieron razón.

Jamás hubo esperanza.

Ahora se cuecen leyes que expulsarán a los pocos israelíes palestinos presentes en la Knesset

–a pesar de que su presencia es poco menos que anecdótica–, que permitirán encarcelar a jóvenes por apedrear vehículos durante diez o veinte años, se prohibe el paso de los palestinos a la explanada de las mezquitas pero se permite el acceso de rabinos radicales

(la segunda intifada estalló por una visita cuidadosamente orquestada de Sharom) y se detiene y apaliza a niños

(esto no es nuevo, es algo cotidiano) retrasados por el mero hecho de ser palestinos

(esto ya nos duele más incluso aquí) y en Cisjordania la represión y el control son más brutales que nunca.

Mientras, claro, estalla alguna bomba y se lanzan piedras y se intenta asesinar a algún judío radical si se puede.

Los beduinos siguen desapareciendo sin que nadie los recuerde ni los cuente, olvidados por todos.

Y ni siquiera en el seno de la propia sociedad israelí hay sitio para la disidencia, ni una figura como la objección de conciencia que permita burlar el servicio militar obligatorio y las funciones contra los palestinos que lleva siempre aparejadas

(salvo si eliges el exilio de por vida).

El apartheid es cada día más brutal.

Cuando todo estalle, oficialmente, vendrán las expresiones de

"sorpresa" de todo el mundo occidental.

Y se llevarán las manos a la cabeza por la barbarie.

Visto el panorama, no es de extrañar que a corto plazo estallen bombas.

O que los que sobrevivan al invierno de Gaza

(aislada, sola, en ruinas, sin luz, sin agua corriente, con los túneles egipcios destruidos e inundados y el bloqueo marítimo y económico igual de vigente que siempre o, quizás, más que nunca) y no puedan huir gracias a contactos, permisos y títulos universitarios a horizontes lejanos, más amables, terminen convirtiéndose

(como dijo Arturo) en carne de cañón para grupos armados radicales del signo que sean.

Quien no tiene ya nada que perder, quien está desesperado, no suele tener miedo.

Y en Gaza por no quedar, no queda ya ni hacia dónde huir.

Hace no mucho, en este hilo y en facebook, algunos del foro comentabais que veíais esperanza en este conflicto y que, además, la veíais en Cisjordania.

Bien.

Cisjordania está perdida

(para los palestinos).

Cada día se construyen nuevos asentamientos y se levantan más muros.

Gaza, destruida y con el invierno encima.

¿Cuánta gente morirá este invierno por frío, hambre, falta de atención médica.

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? Ni hay salida para Gaza, ni la hay para Palestina.

Tal vez jamás la hubo.

Por un instante llegó a parecer posible, difícil, puede que largo, tenso, injusto, pero factible.

Ahora no.

Quizás jamás lo fue.

Cualquier solución hace mucho que yace tan muerta y enterrada como Arafat y Rabin.

Asesinada a traición y por la espalda.

Y ni siquiera se puede decir eso de descansa en paz, Palestina.

Me apuntaba alguien del foro hace un rato que no le extrañaba que Astarloa no nos envidiara.

No sé si habrá gente que considere a Rabin o Arafat

"héroes", pero seguro que ambos murieron, sobre todo Arafat, que tuvo años para desmoronarse físicamente mientras veía hundirse lo que había luchado por levantar, con la mirada cansada de la que habla Arturo.

El Rabin dialogante se convirtió en un traidor para muchos de los suyos por estar dispuesto a reconocer un estado palestino, por hablar de paz, por estrechar la mano de su antiguo enemigo.

Arafat vio, derrotado y enfermo, cómo el estado que había reconocido oficialmente a cambio de esa promesa de paz a pesar de haberse apropiado de casi el 80% de las tierras de la Palestina histórica, apretaba cada vez más la soga en torno a su gente.

A uno lo traicionaron los suyos y otro murió vencido, convertido en símbolo para unos y otros, contemplando cómo su gente se encaminaba hacia un futuro muy negro, desunidos, descabezados, perdidos.

Como siguen hoy.
http://www.eldiario.es/contrapoder/Yass ... 77769.html