
[Diego de Lorca]

- Voto a tal que es usted tan bella como dura de pelar, así que no me voy a andar con rodeos

-le dije a la tabernera-.

Si le interesa un trabajo sencillo para una mujer

"curtida a palos" como vos, y bien pagado, tal vez mi presencia no le resulte tan desagradable al fin y al cabo.

Es una ocupación sutil, nada de barriobajerías, no se vaya usted a pensar.

La cara de la tabernera me mostró que pese a que en lides amorosas no tenía el más mínimo interés,

el terreno pisado por el poderoso caballero don dinero, ya era harina de otro costal.

- Así que si esto le acomoda más que mis poemas

-continué- acérquese en diez minutos por aquella mesa de la esquina.

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aquella que ahora ocupa la mujer solitaria.

Cuando hable con ella, si gusta, podremos hablar los tres.

Entonces, cuando iba a atravesar la habitación hacia la mesa de la tusona, me percaté de que mi compañero de expedición empezaba a ponerse nervioso.

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le habían robado, según parecía.

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y por la cincha de mi caballo, que yo sabía quién había sido el responsable

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y además.

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eso podría solucionar parte de mi problema de reclutamiento.

Atravesé entonces la habitación hacia la mesa donde estaba mi buen amigo Miguel Molero.

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el cual esperaba según parecía, una respuesta por parte de la tusona.

Me acerqué por detrás, y le di una palmada en la espalda.

-Santo y seña

-le dije bromeando-.

Miguel se dio la vuelta y me sonrió con claro alborozo.

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pero sin apenas darle tiempo a hablar, le dije:

-Amigo,

¿vos no conocereis al raterillo aquel que lo observa todo apartado del resto, por casualidad?.

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sin duda apostaría mi mano derecha a que fue

él quien acaba de robarnos algo

"bastante" importante para nuestra empresa, en la que sin duda vos encajais.

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Hay dinero en juego.

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dinero y cabezas.

Si le conoceis.

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decidle que también podría haber currele para

él, en esta y en futuras historias, siempre y cuando colabore.

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pero ya sabeis,.

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debe devolver lo rapiñado, o ni vos ni yo veremos un napo en todo esto.

Miguel me miró con cara contrariada.

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esperaba a que la tusona le respondiera a algo, y a la vez se disponía a responderme a mí.

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juego a tres bandas,

del que yo esperaba ansioso su pronto desenlace.

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